La inteligencia emocional es la capacidad de comprender y gestionar las emociones propias y las de los demás.
Reconocer las emociones es importante, pero también lo es saber qué hacer con ellas.
Las emociones son energía que hay que canalizar, en especial las negativas. Por lo tanto es importante permitirnos expresar lo que sentimos en momentos de alegría, conflicto, preocupación, etc.
Cuando sentimos enojo y no lo canalizamos, este se queda en nuestro interior y probablemente somatizaremos. Puede ser en forma de dolor de estómago, problemas de asma o bien descargaremos este enojo contra otras personas.
La inteligencia emocional se debe educar desde los primeros años de la vida del niño, esto desde la familia y posteriormente también se involucra la escuela.
Poseer una adecuada inteligencia emocional fomenta relaciones saludables con los demás y con uno mismo, mejora el aprendizaje, facilita la resolución de problemas y favorece el bienestar personal y social.
